HAY RAM

Acerca de Hay Ram

El 21 de agosto de 2006, a las 3 de la tarde, mi hijo Emmanuel cayó desde una altura de 1.000 metros en las montañas en torno a Srinagar, en Kashmir. Cuatro horas más tarde, cuando valerosos habitantes de las montañas lo encontraron, su vida pendía de un hilo; lo trasladaron rápidamente al Sher-I-Kashmir Institute of Medical Sciences en Srinagar, donde lograron lo imposible, que Emmanuel regresara del umbral de la eternidad.

En Montreal, durante los cinco días y cinco noches que Emmanuel estuvo luchando por su vida, yo repetía constantemente, “Dios mío, Dios mío, si tan solo…” Emmanuel despertó en el mismo momento en que puse un pie en la sala de cuidados intensivos del Apollo Hospital de Nueva Delhi, después de 21 interminables horas volando. Dios mío, estaba vivo. Su mente estaba lúcida. Me reconoció. Me habló en francés y cambió al inglés sin pestañear para hablar con las enfermeras, que estaban felices de poder finalmente comunicarse con él después de sus días en coma. Su piel estaba arañada de pies a cabeza y estaba cubierto de hematomas, tenía un grave traumatismo craneoencefálico y cuatro costillas fracturadas, el hombro izquierdo aplastado y el peroné derecho fracturado; le esperaba una larga convalecencia.

Dios mío. “Hay Ram” (literalmente, Ay, Dios) fueron las últimas palabras que Mahatma Gandhi pronunció mientras moría a causa de las balas de su asesino. Con estas palabras, invocando en todas sus formas el nombre del indio más famoso, Hay Ram testifica mi profunda gratitud a los compatriotas de Gandhi: pobladores de las montañas, médicos, conductores de taxi, enfermeras y todas las demás personas que lograron que mi hijo Emmanuel volviese a la vida de su viaje a Kashmir. At evocar las últimas palabras de Gandhi, doy gracias a Dios por haber imbuido a estas personas de la determinación, el sentido del deber, los conocimientos y la generosa amabilidad con la que salvaron a Emmanuel.

¿Qué valor tiene la vida de su hijo? ¿Cuánto daría por su vida? ¿Hay suficiente oro en la Tierra, o en el universo, para pagar por ello? En absoluto. A pesar de ello, quería realizar una manifestación concreta de, al menos, una fracción de mi eterna gratitud hacia todas las personas de la India que, in extremis, salvaron la vida de Emmanuel.

Como signo de eterna gratitud hacia los compatriotas de Gandhi que hicieron todo lo posible por salvar la vida de mi hijo Emmanuel, donaré todos mis derechos de autor sobre Hay Ram al Sher-I-Kashmir Institute of Medical Sciences de Srinagar. Hoy, Emmanuel ha recuperado su vida normal. Hay Ram…

Mi infinito agradecimiento, Philippe Leduc, padre de Emmanuel.